domingo, 15 de noviembre de 2009

Jardín Publicitario

La familia de la publicidad exterior, la valla, el panel aéreo, las paletas en bermas y paraderos, tableros de gran definición y otros, son detestados por unos y amados por otros.

La valla se difunde alrededor del mundo a consecuencia de una legislación europea de casi 25 años atrás, donde se cuestionaba la publicidad en altura por los niveles de contaminación visual que producen en la ciudad.

La valla como medio es bueno, casi al horizonte del peatón libera el cielo, no obstruye la visibilidad y ocupa cercos de terrenos baldíos, construcciones, campos deportivos, etc. Los problemas con la publicidad exterior surgen en su gestión, cuando no existe una normativa clara, o cuando su uso es desmedido. Un enjambre de viviendas enchapadas de mensajes serían el marrasquino en el postre, para una Lima donde históricamente nunca hubo norma u orden urbano. En una cuadra podemos encontrar una tienda de mascotas, un taller de mecánica, una vivienda, un chifa, departamentos y un hostal. Todos atiborrados de paneles luminosos, panelitos y banners.

Una casa barco, un palacete republicano, una casa con techo a dos aguas y tejas; además de una caja de cemento con balconcitos, cristales blancos y dicroicos. todo coronado por una gigantografía con extremidades metálicas, monstruosas antenas de celulares, marañas de cables de teléfonos, TV por cable, energía eléctrica y una sobre población de cuculíes bombarderas.

Los diseñadores han dominado la tridimensionalidad, se dice hoy en día que no pensar un logo en 3 dimensiones es un pecado, sobre la base de alguna instalación exterior o interior. Veamos el panorama, vallas en diferentes planos, con iluminación, paneles cambiantes, con movimiento, tridimensionales, paneles en movimiento en diferentes vehículos, banderolas, proyecciones, hologramas, etc.

El tema pasa por preguntarnos que queremos o cuál es el rumbo de nuestra ciudad, el hecho de generar trabajo es positivo en una coyuntura como la nuestra, sin embargo el cuestionamiento sería: vale la pena despojarla de la poca tranquilidad e identidad que aun habita en algunos rincones, o lo mejor es dejarnos llevar por una demanda salvaje que rompa el equilibrio y convertir la ciudad en un mall gigante o una hiper franquicia, una ciudad híbrida que podría repetirse en cualquier lugar del orbe, sede primordial del intercambio de mensajes y mercancías, Lima la ciudad jardín, jardín publicitario.

En buena parte el contexto define y moldea al ciudadano, una ciudad agreste y plagada de excesos, ¿Qué tipo de individuos producirá?. El reto está en la organización y equilibrio de los medios actuales y la búsqueda de nuevos soportes. Ardua labor y trabajo inagotable para el fascinante terreno de las comunicaciones.


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