viernes, 6 de febrero de 2009

¡Impacto mi hermano… Impacto!

Casi cerrando la primera década del tercer milenio su estela nos deja un efecto global cargado de productos regionales, estos que son manejados con plantillas y de tribu en tribu se les va variando una pizca los enunciados para que no suenen raro, y claro esta el resultado: Donde trabajaban diez personas, ahora trabajan dos. Tendrá algo que ver con que el público ya no crea tanto en la publicidad de masas, el hecho de no encontrar algún grado de identificación en estas plantillas, sera acaso una de las causas del apogeo de la publicidad BTL o de segmentos, casi como una suerte de contraglobalización.

En plena era de la información en muchos casos prima el apresuramiento ya no importa que se comunica, importa sobre todas las cosas solo la presencia de marca. En este contexto, encontramos rebuscadas metáforas o rétoricas de jalón de mechas, todo novísimo, súper y cotidiana sobrepromesa. Recuerdo un creativo, comentando acerca de como vender un tipo de seguro: “Coloquen un cerebro expuesto… acá no conocen el business…impacto mi hermano …¡Impacto!”. Claro estamos en un mundo libre y el impacto es totalmente válido, sin embargo ¿qué más?...
Ningún banco o detergente te solucionará la vida entera, ningún zapato deportivo te hará igual que tu ídolo, ningún alimento extra fortificado te hará el mejor hijo y alumno de la clase, ni un yogurt te hará feliz y hermoso a tí y a toda tu familia.

Las comunicaciones e inmersa la publicidad, muchas veces desmesurada, se le cataloga como una enfermedad inevitable del mundo actual, acaso sin cura habitantes supuestamente libres son obligados a digerir desde los cielos, megatericos paneles, pantallas interiores en buses, taxis y hasta en los suelos de un baño público enunciados constructivos, divertidos, originales hasta los más descabellados.

Mención aparte para la web donde somos parte de una base de datos, la persona humana disminuida a un número, nos listan según nuestro perfil: cuanto gastamos, donde cenamos, nos divertimos, que medicina tomamos, etc. Todo esta registrado y vigilado electronicamente, mientras no le demos el sí al operador de telemarketing, seguimos siendo un inerte número sin importancia, sin embargo si atendemos el llamado arranca la lluvia de emails, somos very important people y detrás la andanada de ofertas, facilidades, felicitaciones y cuanta bulla de marketing se nos pueda imaginar y claro nos sentimos exclusivos, diferentes, identicos al otro ciento o millar que accionó el carrito mágico.

En los diarios los artículos políticos hasta los deportivos son cada vez menos informativos para ser direccionados hacia un fin o intereses específicos, la “caja boba” y la radio trabajan bajo la misma premisa, mencionar sus aplicaciones o efectos sería extenso. Ahora bien no creo que los medios sean negativos al contrario no deja de asombrarme el avance tecnológico y sus aplicaciones en el desarrollo de la humanidad. Creo y recojo de multiples apreciaciones que el asunto esta en la calidad de información que viaja por el medio y bueno como dicen los entendidos cada era tiene su barbarie.

Este minúsculo ensayo tal vez trate acerca de una guerra perdida sin embargo nos puede plantear una reflexión para los que amamos y vivimos de este oficio, cúal es la magnitud o el alcance de lo que decimos, cúal es nuestra responsabilidad, que nos espera, así como hemos creado entornos virtuales estaremos los seres humanos preparados para crear un equilibrio entre la tecnología y la sociosfera, se habla de una nueva cultura de información, de comunicación ecológica, de un reordenamiento, o simplemente hay que “bajar un poquito el tono…”